Por Dr. Wilson Araya
En algún momento de mi vida profesional me pregunté si existía un solo camino cognitivo, el de la razón, para acceder al conocimiento de quienes somos, de nuestras capacidades y debilidades como seres humanos, si ese era la única forma cómo podíamos acercarnos a un conocimiento del mundo, de estas y de las otras dimensiones de las cuales habla la física cuántica.
Había tenido múltiples experiencias inexplicables, que parecían inexplicables a la luz de mi racionalidad científica, y eso había despertado en mi la necesidad de estudiar el tema de otros caminos del conocimiento.
A fines de los años 90 comencé una investigación de casos y los resultados fueron sorprendentes: parecía que todos los seres humanos podían desarrollar, en diferentes medidas, habilidades cognitivas diferentes, más allá de la “consciencia consciente”. Me percaté que, como en todo ámbito de la vivencia humana, existían personas que tenían más habilidades que otros para desarrollar condiciones intuitivas, pero eso no me desanimó, porque era algo visible que, teniendo los mismos genes, tampoco en esta especie todos teníamos las mismas facilidades para aprender a dibujar, o a tocar música, o a sacar buenas fotografías, etc.
La investigación de casos, con personas aisladas, despertaban gran interés, pero eran insuficientes para ir al meollo del asunto. Entonces creé grupos de interesados y con ellos realizamos luego los primeros talleres. Aprendimos a usar el péndulo cuando el pensamiento lógico era insuficiente para darnos respuestas incuestionables y certeras y la intuición, el conocimiento “a priori” era un buen complemento y nos daba la certeza que necesitábamos. A los estudiantes, en la medida de afirmaban sus convicciones de una fundada certidumbre en sus capacidades, les era más fácil intuir esta y otras realidades; era algo tan sorprendente como maravilloso.
Intente entender el fenómeno, el trabajo constante y el ejercicio frecuente era una de las condiciones necesarias para el desarrollo de la intuición. Luego comprendí que la intuición estaba relacionada directamente con el tipo y la intensidad del estrés del individuo; cuando hacíamos ejercicios de intuición a la vez que sometíamos a los probandos a pruebas estresantes, bajaban los resultados, disminuían los aciertos… Entonces comprendí, por un paciente músico, que el tampoco podía aprender tan fácilmente una nueva pieza musical en el violín o en el piano cuando era sometido a factores interferentes.
La intuición: entre PES y EPS
El fenómeno de la intuición ha sido motivo de grandes discusiones en nuestra cultura occidental. Se ha dicho que es este un fenómeno extrasensorial (PES: percepción extrasensorial, algo que existe más allá de nuestros sentidos físicos, más allá de nuestro cuerpo). Lo han llamado PES y con ella pareciera que solamente ciertos elegidos podrían tener acceso a ella. Así, se convierte en un recurso de poder de quienes detentan ese “don” sobre quienes no lo tendrían. Por supuesto que, en geral, los primeros se cuidan mucho de su imagen personal y de su excepcional sabiduría, y antes que nada, se cuidan de no enseñar a otros, técnicas y procedimientos que pudieran “democratizar” el fenómeno de la intuición.
Yo me defino como contrario a esas posiciones excluyentes y discriminatorias de la intuición. Pero no bastaba con creer esto o aquello, se trataba de probarlo. Y me propuse hacerlo, sacar a estos procesos fenomenológicos del ámbito del esoterismo y de su concepción meramente mística para convertirlos en herramientas útiles para el diario vivir, que puedan ser un importante aporte al enriquecimiento de la calidad de vida de todos los Seres Humanos.
Creo que la intuición no es más ni menos que, por nuestro desconocimiento actual, llamamos presentimiento, es decir es una percepción sensorial, es una sensación que requiere de todos nuestros órganos de los sentidos disponibles y de todo nuestro Ser. Desde el punto de vista neurológico descubrimos cada cierto tiempo nuevas conexiones cerebrales y de estas con otras partes de nuestro cuero físico. La física cuántica nos ha ayudado a entender de mejor forma la existencia de otros planos de la existencia, de otras dimensiones, más allá de lo que en forma Newtoneana, en su tiempo, definimos invariablemente, como tiempo y espacio.
El trabajo de desarrollo de la intuición es así, un trabajo de nuevo tipo con la persona misma, con todo su Ser. Por eso hemos incorporado la Autoscopía, como parte de nuestros trabajos de talleres, los actuales talleres de Intuición abren la posibilidad no solo de mejorar sus capacidades intuitivas, sino de afinar el darse cuenta de quienes realmente somos, más allá de está corporalidad física.
Te invito, a ti, a poner en cuestionamiento tus verdades que niegan tus potenciales, y a abrirte a nuevas experiencias y conocimientos, mediante nuevas vías.