Comida violenta.
¿Podría la alimentación influir en nuestro comportamiento, nuestra capacidad mental o en la toma de decisiones?
Desde hace bastante tiempo se conocen los efectos de una mala alimentación de la madre en el desarrollo del feto. Mientras que diversos estudios muestran la importancia de una buena alimentación para nuestro organismo y como ésta podría jugar un rol fundamental en nuestro comportamiento, incluso en la toma de decisiones.
En Australia, los científicos se ocupan también de los efectos de la alimentación en las funciones cerebrales. Hace unos años, observaron el comportamiento de miles de niños, después de haber monitoreado las conductas alimenticias de sus madres en un estudio con 23.000 mujeres embarazadas. Los resultados fueron que los hijos de las madres que consumieron mayor cantidad de “comida chatarra” y azúcares durante el embarazo, tuvieron hijos más propensos a la agresión y rabietas. Así también los niños que continuaban con estos hábitos, presentaban comportamiento furioso, inquietud, miedo y pesadillas, mayor a los que consumían comida más nutritiva. Este estudio también concluye que existen comidas, generalmente industrializada, que no posee los nutrientes necesarios para el óptimo desarrollo y crecimiento de un niño y, que a su vez, lo predisponen a manifestar conductas violentas, tanto de niños como de adultos.
También en Alkmaar, Holanda, un doctor en psicología, junto a otros profesionales, realizó un estudio con jóvenes prisioneros en ocho cárceles diferentes. Analizaron su comportamiento antes y después de enriquecer su alimentación con vitaminas, minerales y ácidos grasos por tres meses y se concluyó que el número de incidentes por los cuales los reclusos eran castigados disminuyó en un 75%.
Mientras tanto, la UNICEF nos dice que, a nivel mundial, 3 de cada 5 niños se encuentran en estado de malnutrición. Si esto fuera un indicio de una manifestación de conductas violentas tanto de niños como en adultos ¿Cómo sería una sociedad compuesta por adultos que no recibieron ni reciben los nutrientes necesarios en su alimentación? ¿Podría ser ésta la causa de una sociedad violenta?
“Somos lo que comemos” dijo el filosofo alemán Ludwig Feuerbach en su escrito -Enseñanza de la alimentación- allí también dijo “Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados, denle mejores alimentos. El hombre es lo que come”. Y es que, también se ha demostrado que, incluso, las personas cuando tienen hambre tienen más probabilidades de tomar decisiones impulsivas. Comer una comida saludable antes de tomar decisiones importantes podría ayudar a tomar mejores decisiones. Además, también se ha demostrado que comer una dieta saludable puede ayudar a reducir la ansiedad y la depresión. Y que, por ejemplo, las personas que consumen una dieta mediterránea tienen un menor riesgo de desarrollar depresión que las personas que consumen una dieta occidental. Así también, los alimentos que comemos también pueden afectar nuestros niveles de energía. Los alimentos con alto contenido de azúcar o carbohidratos refinados pueden darnos una rápida explosión de energía, que durará poco tiempo. Los alimentos ricos en proteínas y fibra, por otro lado, pueden ayudar a mantener estables nuestros niveles de energía durante todo el día. Respecto a nuestra función cognitiva, comer alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, como pescado y nueces, ayudan a mejorar la memoria y la atención. Comer alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, puede ayudar a proteger nuestro cerebro del daño.
Si bien en Chile se han implementado diversas políticas públicas en alimentación y nutrición, enfocadas a la promoción de la alimentación saludable y a la prevención y control de la malnutrición por exceso y por déficit. Es uno de los pocos países, dentro de Latinoamérica y el Caribe, que no posee datos del estado nutricional en el que sus niñas, niños y adolescentes se encuentran hoy, mientras que sigue siendo uno de los países latinoamericanos con mayor consumo de “comida chatarra” junto a México y Argentina. Entre estas políticas implementadas se destacan:
La Ley 20.606 sobre la Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad, que establece límites máximos de energía, azúcares, sodio y grasas saturadas para los alimentos procesados y obliga a rotular con un sello “ALTO EN” a aquellos que los superen. Además, prohíbe la venta de estos alimentos en los establecimientos educacionales y restringe su publicidad dirigida a menores de 14 años¹.
Los Programas Alimentarios Nacionales, que entregan alimentos complementarios a grupos vulnerables como embarazadas, lactantes, niños menores de 6 años, adultos mayores y personas con enfermedades metabólicas especiales. Estos programas buscan proteger la salud materno-infantil, fomentar el crecimiento y desarrollo normal de los niños, prevenir y corregir el déficit nutricional, estimular la concurrencia a los controles de salud y servir de centro articulador para la intervención nutricional a través del ciclo vital.
La Guía de Alimentación del Niño(a) Menor de 2 Años, que entrega recomendaciones basadas en evidencia científica sobre la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad, la introducción oportuna y adecuada de alimentos complementarios a partir de los 6 meses, el fomento del consumo de frutas y verduras, la limitación del consumo de azúcares y sal añadidos, y la prevención de alergias e intolerancias alimentarias
¿Son éstas, medidas suficientes para prevenir ciertas conductas no deseadas o preparar a niñas, niños y adolescentes para hacer frente al mundo que les espera?
Y es que mucho se habla del nivel de agresividad presente hoy en la sociedad, sin embargo, no se oye mucho acerca de revisar sus orígenes o de la posible influencia que los alimentos podrían tener en este sentido. Mas bien, sólo se trata de frenar esta bola de nieve a través del miedo, mostrando que tan duro puede ser el castigo que le corresponde al individuo que incumple las normas sociales de conducta, entrando en un ciclo interminable de violencia y castigo. Mientras que, siendo realistas, existe una serie de factores involucrados en este tema y la alimentación podría ser uno de los más importantes, según los estudios señalados.
En cuanto a los niños, existe una serie de factores que contribuyen a su mala alimentación. Uno de ellos es la creciente disponibilidad de alimentos poco saludables. Los restaurantes de comida rápida y las tiendas de conveniencia ahora están en cada esquina, los niños son bombardeados con anuncios de alimentos poco saludables. Otro factor es la falta de tiempo que tienen los padres para cocinar comidas saludables. Muchos padres trabajan muchas horas y están demasiado cansados para cocinar una comida saludable cuando llegan a casa. De esta manera, se hace muy difícil poder lograr un sano equilibrio en la ingesta de los nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo infantil, lo que estaría creando diversos problemas físicos y mentales en ellos y, también, de esta manera se estaría favoreciendo la creación de un mundo más violento.
Finalmente, lo que tenemos que tener claro, es que la alimentación es una acción vital para nuestro organismo. Simplemente por ello, es que debiese existir una mayor preocupación consciente, individual y a la misma vez colectiva, del tipo y de la calidad de los alimentos que ingerimos. Pero más fuertemente, debemos procurar que nuestras niñas, niños y adolescentes reciban hoy los alimentos con los nutrientes necesarios para formar adultos sanos que permanezcan en paz y equilibrio con su medioambiente. Pero, además, ¿podrá ser otro factor clave en la conducta humana, la contaminación de nuestros suelos, aire, y agua?
Excelente artículo👍🏻
Muchas gracias 🙏🌱